Borja el escritor (romanticismo) Borja estaba leyendo una novelita de amor romántico, cuando de pronto sonó el timbre de su puerta. Era Durruti de Rentería, el terrorista de extrema narrativa más buscado por la policía. Durruti estaba especializado en cometer atentados en los encuentros literarios de escritoras de novela rosa. La cabeza de Durruti era reclamada como una pieza de trofeo por varias asociaciones formadas por estas escritoras. No era para menos, por su culpa, y como consecuencia de sus brutales atentados, quedaron rotas unas cuantas vidas, vidas humanas que sin duda disfrutaban del amor, del amor romántico y del placer de leer novelas de amor romántico; vidas llenas de pasión carnal, de amantes plegados en ardoroso gozo, quererse a morir, de tanto amor llevados a la locura transitoria, a la afectación mística por la ausencia del ser amado, y por fin al despecho cuando su celo es traicionado; a desear matar en un arrebato homicida. Miles de historias de amor abocadas al fracaso de otras tantas historias de maltrato. El terrorismo de extrema narrativa podía ser impactante, le decía Durruti a Borja, pero las impactantes estadísticas de historias de amor truncadas en el seno de muchos domicilios eran aún más espantosas que la cifra de escritoras de novela rosa asesinadas por el terrorismo de extrema narrativa. Borja quedó impresionado ante los argumentos de Durruti de Rentería. Era necesario recabar recursos para financiar sus actividades, pues según le confesó el propio Durruti, el mito del amor romántico debía ser extirpado de raíz, empezando por matar a Blancanieves.                 

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